El antiguo imperio de Genghis Khan, el país del eterno cielo azul y las infinitas estepas adornadas con Gers.
Mongolia suena a tierras lejanas, a viaje de aventura, a lugares remotos, a inmensidad… Mongolia son estepas, lagos, volcanes, desierto, cañones, ríos. Mongolia son sus gentes, sus tiendas gers, sus cantos difónicos, sus bailes tradicionales que emulan animales, sus vestimentas tupidas. Mongolia son yaks, cabras, camellos e incluso osos y peces monstruosos como gigantesco salmónido taimen. Mongolia es el todo en la inmensidad, la cuna del que fue uno de los mayores imperios de la historia, las tierras del gran Khan.
Un viaje a Mongolia implica perderse por sus tierras, sin carreteras, campo a través. Una vez se deja atrás la capital Ulaanbaatar, una ciudad de fuerte carácter con un crecimiento peculiar, el viajero tiene la sensación de adentrarse en la nada, en paisajes infinitos de cielo azul.
En el sur nos encontraremos, transitando por pistas imaginarias de tierra, el mítico Gobi. Cañones con pozos de hielo perpetuo y pequeñas ruinas de monasterios darán paso a las doradas dunas cantarinas del desierto más fascinante de todos.
Las famosas estepas mongolas las hallaremos en el centro del país, extensas praderías salpicadas por pequeñas colinas donde caballos, cabras y yaks pasturan al son del tiempo. Éste es el lugar donde todo empezó, donde permanecen los cimientos de la legendaria Karakorum, capital del gran Genghis Khan.
Más al norte el paisaje cambia, nos adentramos en la zona volcánica de Khorgo y las aguas termales de Tsenher, un lugar montañoso rodeado de valles cubiertos de prados y tupidos bosques. Sin olvidar el remanso de paz que ofrece el lago Khövsgöl, un paisaje de postal de la baja Siberia.
Viajar a Mongolia es viajar a otra época, es descubrir la vida nómada de sus habitantes. Dormir en tiendas tradicionales (gers) será, sin duda, experiencia única. Al igual que será compartir los días con una de las poblaciones más empáticas y generosas del mundo. Con facciones curtidas y una amabilidad extrema los mongoles son grandes anfitriones y es que pocos viajeros visitan sus campamentos. Llegar hasta ellos será toda una aventura, la vida nómada los lleva a desplazarse, con la casa encima, por el amplio territorio mongol.
En el mundo no hay otro país que tenga más contrastes y que sea más variado por su naturaleza. Ya sea en viajes organizados, viajes en familia o viajes a medida este lugar siempre será una apuesta segura para los amantes de la naturaleza.
Animaros a descubrir esta maravilla sin precedentes de la mano de TERRES Llunyanes, especialistas en este destino y agencia de viajes alternativos con más de veinte años de experiencia.